Este artículo o sección es un esbozo.
Angustias ha decido tomarse unas vacaciones y lo ha dejado a medias. Como siempre, Salvador ha dicho que no van a contratar a más personal y aquí estamos hasta las cejas de trabajo. ¿Podrías ayudarnos a ampliarlo?
¡Muchas gracias, primor!
Atte: secretaria auxiliar
Motivos: falta un resumen "real" sobre su vida.
Rodrigo Díaz de Vivar fue un caballero castellano que llegó a dominar al frente de su propia unidad de soldados el Levante de la península ibérica a finales del siglo XI de forma autónoma respecto de la autoridad de rey alguno. Consiguió conquistar Valencia y estableció en esta ciudad un señorío independiente desde el 17 de junio de 1094 hasta su muerte; su esposa Jimena Díaz lo heredó y mantuvo hasta 1102, cuando pasó de nuevo a dominio musulmán.
Se trata de una figura histórica y legendaria de la Reconquista, cuya vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, el Cantar de mio Cid. Ha pasado a la posteridad como «el Campeador» (‘experto en batallas campales’) o «el Cid» (del árabe dialectal سيد sīdi, ‘señor’).
Fallecimiento y restos[]
Falleció en Valencia en el año 1099 según diversos estudios. Fue su esposa Jimena, señora de Valencia, quien quedó al mando de la ciudad tras su fallecimiento. Esta resistió diferentes asedios hasta que finalmente en 1102, siendo muy difícil su defensa, la ciudad fue abandonada por los hombres del Cid y su familia.
Tras la expulsión de los cristianos de Valencia, los restos de Rodrigo Díaz, que había sido inhumado en la catedral de Valencia, fueron llevados al monasterio de San Pedro de Cardeña. Posteriormente sus restos fueron profanados en el 1808 por soldados franceses durante la Guerra de la Independencia y se trasladaron a un mausoleo a las orillas del río Arlazón, para que en 1826 volviesen a llevarse a Cardeña. Fue en 1842 a causa de la desmortización que los restos fueron finalmente depositados en la capilla de la catedral de Burgos, reposando desde 1921 junto con los de su esposa en el crucero de la catedral.
Muerte precipitada
En 1960 se envió al agente 185, Rogelio Buendía Ortiz, y a su compañero Ortigosa, miembros de la patrulla 23, a Valencia, en el año 1079 para filmar a Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como El Cid Campeador, y que sirviese de documentación para el rodaje de una película interpretada por Charlton Heston y Sophia Loren.
Dicha misión acabó de forma abrupta al interferir la patrulla de forma inesperada con el transcurso de la historia y provocar la muerte no intencionada de Rodrigo Díaz de Vivar a manos de un soldado musulmán.
Sustitución del original
Una vez notificada la noticia, el agente 185 fue reasignado en una nueva misión de alto secreto y vital importancia: preservar la historia suplantando la figura de El Cid Campeador.
Para dicha misión se facilitó al Sr. Buendía un ejemplar del Cantar de mio Cid. No se le prestó apoyo humano para su misión a fin de mantener el secreto.
Restos duplicados
En el s. XXI, el ministerio es notificado acerca del descubrimiento de los restos de Rodrigo Díaz en Valencia junto a la espada Tizona original y el anillo usado por el mismo, habiendo constancia de que los restos reales se encuentran en la catedral de Burgos.
Para comprobar su autenticidad como previamente se hizo con los restos encontrados en Burgos (Misión anterior de toma de muestras de ADN de Rodrigo Díaz de Vivar en el año 1053) se envía una nueva patrulla ante el desconocimiento de la anterior misión de alto secreto.
Subsanación del error y nueva muerte prematura
La patrulla del siglo XXI compuesta por Amelia Folch, Alonso de Entrerríos y Ambrosio Spínola descubre la misión de alto secreto orquestada por el propio ministerio para sustituir al original y avisa al agente Rogelio de que no se deben encontrar junto a sus restos ni la espada ni el anillo.
Desgraciadamente, el agente 185 es herido de gravedad a falta de 30 días para completar su servicio y debe ser reemplazado por un nuevo agente. Alonso de Entrerríos es el encargado de sustituirle en batalla para conservar la plaza de Valencia durante el tiempo necesario para mantener la historia inalterada.